Hoy se cumplen tres años desde que el equipo de mi corazón, el Granada Club de Fútbol, logró iniciar ese sueño que hoy en día todos los granadinistas estamos viviendo, ascender al fútbol profesional.
Recuerdo perfectamente aquel día como si fuera ayer. Recuerdo las sensaciones vividas mientras veía el partido por televisión. No pude ir a Alcorcón a pesar de que tuve la oportunidad, pero lo viví como si estuviera allí.
Pero antes de relatar lo ocurrido aquel día, me quiero remontar a los días previos a aquella fecha. La polémica se había establecido en la ciudad por el precio de las entradas para ver el partido de ida del play-off en los Cármenes. Mucha gente veía los precios abusivos y parecía bastante obvio que el estadio granadino no se iba a llenar. Los que decidimos ir y pagar lo que el club estimó conveniente, nos dirigimos al estadio con toda la fé puesta en nuestros jugadores y disfrutamos como enanos.
Pero esta alegría había que certificarla en Alcorcón. La marea rojiblanca inundó la ciudad madrileña aquel 23 de Mayo de 2010. Se sufrió pero se logró el objetivo del ascenso. No será aquel partido un encuentro en el que se recuerde el juego del equipo, pero si la emoción y los nervios durante todo el choque. El hoy rojiblanco Íñigo López marcó para los alfareros y nos puso a todos el corazón en un puño, pero la solidez defensiva de aquel equipo entrenado por Fabri (nunca te olvidaremos míster) fue suficiente para aguantar el resultado y conseguir el ansiado objetivo del ascenso a Segunda tras 22 años en las catacumbas del fútbol español.
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